«El Paso del Darién: Sueños y Pesadillas de una Diáspora Venezolana»

En los últimos años, una realidad desgarradora ha estado marcando la historia de muchos venezolanos que buscan un mejor porvenir: el Paso del Darién. Esta travesía, que en un inicio podría parecer un sueño de alcanzar el tan anhelado «American Way of Life», a menudo se transforma en una pesadilla que cobra vidas y deja cicatrices imborrables en aquellos que se aventuran por su inhóspita ruta.

La geografía del Darién, un vasto y exuberante Parque Nacional en la provincia de Darién, Panamá, no era conocida por muchos hasta que las historias de migrantes venezolanos comenzaron a tejerse en sus espesuras. El lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad, guarda en su corazón historias de supervivencia, valentía y también tragedia.

El doloroso testimonio de Milagros Vílchez, concejal y madre desesperada, se convierte en un espejo que refleja los desafíos y peligros que enfrentan aquellos que se aventuran por esta ruta. Su hija Limyu, al igual que muchos otros migrantes, casi pierde la vida en busca de un futuro más promisorio. Relatos de hongos en los pies, días de agotamiento extremo y las penurias de la selva resuenan en cada historia, formando un coro triste de quienes anhelan un futuro mejor.

El Darién, antes un rincón virgen, ha sido atravesado por una oleada de venezolanos que han abandonado su tierra natal por necesidad y esperanza. Pero ¿qué nos ha llevado a esta encrucijada? Venezuela, en otros tiempos un faro de acogida y refugio, ha visto a sus propios ciudadanos convertirse en migrantes. Un país que ha perdido a más de siete millones de sus hijos, no en un conflicto bélico, sino en una búsqueda desesperada de oportunidades.

Es tiempo de reflexionar, de unir esfuerzos y de buscar soluciones viables que frenen esta diáspora humana. Cada profesional, cada joven, cada familia que abandona el país, deja una herida en el tejido social y económico de Venezuela. En lugar de contribuir al progreso de su propia nación, se ven forzados a construir el sueño en tierras ajenas.

La diáspora no solo es una fuga de capital humano, sino también una pérdida de identidad y esperanza. Venezuela hoy se encuentra en una encrucijada, entre los países con mayor migración en el mundo. Es momento de reafirmar nuestro espíritu de solidaridad y buscar soluciones que permitan a los venezolanos forjar su futuro en su propia tierra.

La travesía a través del Darién es solo un símbolo de la lucha que enfrentamos. Como sociedad, como individuos, tenemos la responsabilidad moral de cambiar el rumbo. No podemos quedarnos como meros espectadores de una tragedia que toca a nuestras puertas. Es tiempo de forjar un camino diferente, de construir esperanza y oportunidades en casa.

El sueño llamado Venezuela merece ser recuperado. Es momento de que la creatividad política e intelectual se unan para trazar un sendero de transformación. Nuestra nación, rica en cultura y potencial, merece un futuro de prosperidad y dignidad. Con determinación, unidad y esperanza, podemos construir un país que acoja a sus ciudadanos y los inspire a quedarse, a regresar y a contribuir a un renacimiento nacional.

En este paso, el de la solidaridad y la reconstrucción, debemos tomar la delantera. No es un sueño imposible, sino una meta alcanzable que nos llevará a un mañana más brillante. El camino es desafiante, pero el corazón de Venezuela late fuerte y resiliente. Es hora de caminar juntos hacia un futuro que refleje los anhelos de todos los que llaman a este país su hogar.

Ese es mi único sueño…Venezuela tierra de prosperidad!

Iraida Villasmil.

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