Fantasías y tradiciones se unen en Carnaval - Standard Digital News | Noticias de Maracaibo Venezuela y el Mundo

Fantasías y tradiciones se unen en Carnaval



Desde los tiempos de la colonia, las festividades del Carnaval han sido una tradición en Venezuela. Guerra de agua, harina y pintura formaban parte de esos juegos que se hacían entre los lugareños, especialmente en Caracas.

Los templetes en plazas y calles no podían faltar y la música alegraba los 5 días de feriado, desde el viernes previo hasta el martes siguiente.

Ya


La historia cuenta que en el siglo XVIII, el obispo de Caracas de entonces, Diego Diez Madroñero, decretó que estos días de carnaval serían de rezos y procesiones para espantar la violencia, que se desataba por la euforia de la festividad; pero fue el intendente José Abalos quien devolvió al carnaval su sentir fiestero e incluyó los desfiles de carrozas, disfraces y las llamadas comparsas, para de esta manera eliminar esos juegos violentos que, posteriormente en Caracas y en muchas ciudades, se limitaron a los martes de carnaval.


Caracas fue el centro de la celebración del Carnaval, que se hacía en clubes y hoteles, dándole una majestuosidad a la festividad, en los tiempos de Guzmán Blanco y Juan Vicente Gómez.
Los desfiles eran en Los Próceres con llamativas carrozas, comparsas y los disfraces, especialmente de negrita, disfraz bajo el cual muchas damas escondían su identidad para salir a disfrutar de la festividad, sin ser reconocidas. 
¡Aquí es la cosa!, gritaba la gente al paso de las carrozas, que lanzaban caramelos y papelillos, aludiendo al eslogan de uno de los hoteles donde se celebraban las fiestas de lujo del carnaval, con grandes orquestas locales e internacionales, que venían expresamente para amenizar las rumbas.
En Oriente
Caracas no fue sola el epicentro de las fiestas. Las regiones tenían cada una un peculiar modo de celebrar sus carnavales, con tradiciones arraigadas en sus localidades.
El Oriente del país, entre ellos los estados Sucre, Bolívar y Monagas recibieron la influencia carnestolenda del Caribe y de allí surgen las tradiciones de los famosos carnavales de Carúpano, El Callao y El Mono de Monagas.


Una de las tradiciones más antiguas es el Carnaval de Carúpano, en el estado Sucre, que ya es centenario. El cronista del municipio Bermúdez, Ricardo Mata, señala que ya entre los años 1893 y 1894 celebraban el carnaval en esta localidad “y desde entonces no ha logrado ser interrumpido ni por las guerras, golpes de estado o situaciones mundiales”, acotó.
Esta festividad se hizo internacional a raíz de la coronación de Catalina Latuff y de Bárbara Toevs, en 1967 y 1969 respectivamente, dos jóvenes norteamericanas que se encontraban de intercambio cultural en la ciudad, además de la visita de turistas extranjeros y la llegada de los artistas caribeños con su steel band, de Trinidad y Tobago.
El Carnaval de El Callao, en el estado Bolívar, con sus madamas, su calipso y personajes como El Diablo y los Mediopinto, es también una tradición centenaria, producto de la interculturalidad entre las antillas británicas y las francesas y la entrada de los africanos.
El Carnaval de El Callao es patrimonio inmaterial de la humanidad desde el año 2016 cuando fue declarado por la Unesco. El primer desfile oficial con el calipso como sonido se realizó en 1914 y ha estado presente siempre en estos vistosos desfiles, donde los grupos de steel band acompañan las comparsas.
Las madamas tienen su origen, según la leyenda, en las maestras traídas al país para la enseñanza del inglés y francés y las labores culinarias y del hogar de los mineros ricos de entonces. Visten a la usanza de las matronas de las islas Guadalupe y Martinica y de allí el colorido de sus trajes y sus vistosos tocados que llevan en sus cabezas. Los Diablos abren las comparsas, vestidos todos de rojo y negro y los llamados Mediopinto son personajes que van entre las comparsas con manos y rostros pintados de negro.
La capital de Monagas, Maturín, celebra unos vistosos carnavales con desfiles, comparsas y carrozas y disfraces de gran tamaño, que representan elementos temáticos. Sin embargo, una de las más reconocidas tradiciones es el baile del mono, originario de Caicara de Maturín, un legado de los indígenas chaimas, cuando éstos practicaban rituales para conseguir abundantes cosechas. Es un ritual que alguien vestido de mono guía a los presentes, en una especie de tren humano que recorre las calles hasta llegar a la plaza del mono y quien no se una recibe sus fuetazos.
Las mascaradas
Las regiones del centro del país tienen cada una su manera singular de celebrar el Carnaval. El estado Portuguesa inició las festividades desde esta semana con la tradicional mascarada, que recorre toda la avenida Unda de Guanare, con sus ingeniosas fantasías hechas por las propias comunidades, a propósito de las fiestas del Rey Momo.
Las mascaradas de Portuguesa son una tradición que el año próximo llega a sus 40 años, que tiene su origen a principios del siglo XX, cuando numerosas familias del centro de Guanare se disfrazaban y compartían con sus vecinos en las calles, llenándolas de música, color y alegría. 
Aquella tímida manifestación vecinal fue creciendo por el empeño de músicos y artistas del Ateneo Popular de Guanare, que en 1980 se propusieron convertir la celebración en un sólido espacio de participación comunitaria. Aunado a esta tradición, se suman las llamadas madamas de Guanare, tradición de 13 años que nació inspirada en las madamas de El Callao.
Yaracuy tiene una magia particular que encanta a todos quienes llegan a festejar en esta región. Se centran fundamentalmente en fiestas populares que se realizan en las calles, que se engalanan con la participación de fastuosos desfiles de carrozas, comparsas y disfraces confeccionados por las propias comunidades. 
El principal festejo son los Carnavales Turísticos de Chivacoa, los más tradicionales, que este año arriban a sus 36 años. Una de las tradiciones olvidadas en Yaracuy es el llamado baile de la cinta, que según la historiadora y periodista cultural, Lisbella Páez, es una tradición que durante siglos se celebró como parte de las festividades de Carnaval.
Trujillo tiene la llamada muñeca de la candela, un baile con tradición de más de un siglo, que nació en la población de San Lázaro (parroquia Andrés Linares del municipio Trujillo capital) y Santiago (municipio Urdaneta).
Se trata de un muñeco gigante con una calabaza y cuerpo de barba de viejo, lo cual representaba en un principio la muerte, la desolación y era acompañado de unas personas de baja estatura que bailaban alrededor de ese muñeco.
Mientras en Carabobo celebra este año los 151 años del baile de la hamaca, en el barrio de San Millán, ubicado en Puerto Cabello. La tradición enaltece al gentilicio porteño y muestra las raíces étnicas y afrovenezolanas al integrar música, bailes y cantos, por su origen holandés, que relata en una tragicomedia, el entierro en una hamaca de un hombre codiciado por las mujeres. 
La celebración inicia al mediodía del lunes con la salida de la burra por todo el casco histórico de Puerto Cabello. Por la noche, retorna a San Millán para el velorio. El primer punto de encuentro para sacar la hamaca a recorrer el pueblo es la casa del cultor Viviano Pitre, donde repican los tambores.
El Entierro de la Sardina señala la despedida de las fiestas
Los estados costeros tienen como tradición cerrar las fiestas de Carnaval con el tradicional Entierro de la Sardina, muy especialmente en las poblaciones de Naiguatá, en La Guaira; Puerto Cabello en Carabobo; y en Anzoátegui. 
Esta manifestación popular, cargada de irreverencias, críticos personajes y hasta con roles invertidos, es una forma de agradecer por las bendiciones del mar, la tierra y el trabajo del hombre durante todo el año y es una preparación de la Cuaresma.
El Entierro de la Sardina, que realizan los cultores y pescadores de Naiguatá (La Guaira), es una de las más populares manifestaciones. Las viudas, El Cura y El Diablo son los personajes principales de esta parodia. 
Lleva más de 60 años de tradición y es una parranda que recorre todo Pueblo Arriba y Pueblo Abajo, con una urna que se caracteriza por llevar una sardina gigante, decorada con plátanos, verduras, peces y otros productos de la tierra, bajo el grito “fo, fo, fo la sardina se murió”.
Durante el recorrido, El Cura espanta al Diablo arrojando agua bendita, para que no corrompa el espíritu de la sardina; los hombres del campo y pueblo se visten de mujer para ser viudas y sin parar de llorar acompañan “el sepelio”.
En el festejo se hace una parada para leer un decreto, donde se cuenta de forma jocosa los chismes, hazañas y hechos relevantes que ocurren en Naiguatá. La fiesta termina al caer la tarde, cuando todos en parranda van con la “urna” para lanzar la sardina al mar.
Anzoátegui.


El ritual del Entierro de la Sardina se hace en Barcelona, para la octavita de Carnaval; pero la representación del animal se lanza antes a las aguas del río Neverí. Comparsas y disfraces acompañan el ritual, aportando color y alegría a esta celebración.
Las comunidades del casco central de Barcelona organizan velorios, elaboran una urna y arman un séquito que recorrerá algunas calles del casco histórico, parte del bulevar 5 de Julio hasta llegar a uno de los puentes que están sobre el río barcelonés, desde donde lanzan la sardina.
El ritual concluye cuando uno de los presentes logra sacar a la sardina, para hacerse del premio que ofrecen los organizadores, y es enterrada. Este año se hará en el parque Robert Serra, adyacente al puente Bolívar.

Únete a nuestras comunidades de Telegram y Whatsapp con sólo un click

Marvelis Padrón