¿Frustración sexual? Científicos estudian qué convirtió a un delfín en un cruel asesino
Un equipo de zoólogos alemanes ha llevado a cabo una inusual investigación, casi criminalística, de una serie de ataques en el mar Báltico, que se saldó con la muerte de seis marsopas en 2016.
Desde entonces, no ha habido otro caso similar, pero los científicos consideran aquellos sucesos como notorios y han presentado a la comunidad profesional lo que creen que es el primer informe de ataques a marsopas por parte de un «delfín mular socialmente aislado».
A las víctimas, marsopas comunes, les practicaron autopsias que pusieron al descubierto múltiples hemorragias. Cuatro tenían fracturas en las costillas, y un espécimen había sufrido una lesión pulmonar. Sin embargo, la insuficiencia cardíaca era la aparente causa de muerte en la mayoría de los casos, según afirmó la principal autora del estudio, Stephanie Gross, en declaraciones a la revista Newsweek.
El animal marino acusado de estos ‘crímenes en serie’ no tiene nombre y su paradero actual es desconocido, pero es presuntamente un ejemplar de la especie ‘Tursiops truncatus’ (delfín mular o nariz de botella), puesto que sus semejantes apenas entran en aguas bálticas durante breves lapsos de tiempo. De hecho, cuando tres ejemplares aparecieron en 2015 y 2016 en las costas alemanas, deshabitadas por su especie, fue una noticia nacional.
Fue una pareja y un macho solitario, y este último fue avistado en la zona durante tres meses de 2016. El delfín era reconocible por «cicatrices en forma de pestañas» en torno a su ojo izquierdo y otras que tenía junto al espiráculo. Las extrañas muertes de marsopas coincidieron con su estancia en el Báltico, pero atribuirlas a sus ataques solo fue posible debido a varios casos previos de comportamiento agresivo con esos mamíferos marinos más pequeños.
A finales del siglo XX fueron documentadas fracturas óseas infligidas por delfines a varias marsopas en las costas de Escocia, donde en algunos cadáveres de las víctimas se encontraron marcas de dientes. Posteriormente se reportaron casos parecidos en los litorales de California y Carolina del Norte (EE.UU.).
Versiones criminalísticas
Esta vez, nadie presenció alguna de las agresiones, pero el equipo estima que los hallazgos de la necropsia son consistentes con los ataques de un ‘nariz de botella’. Los zoólogos barajan varios posibles motivos de este aparente conflicto, que en ningún momento tuvo que ver con la caza de una especie a otra.
Las versiones incluyen disputas territoriales, competencia alimentaria, interferencia en la alimentación y defensa de los miembros de un grupo.
Otra posibilidad que estiman es el «juego orientado a objetos», algo que no solo supone prácticas para divertirse, muy propias de los delfines, sino también el entrenamiento en marsopas para matar a las crías de su propia especie. Se sabe que muchos delfines, tanto machos como hembras, matan a sus crías y, en opinión de los investigadores, el ejemplar en cuestión podría haber estado «perfeccionando sus habilidades para el infanticidio».
Finalmente, los zoólogos conjeturan que la agresión podría deberse a la frustración sexual y tienen bastantes argumentos a favor. Todos los ataques en California fueron realizados por machos, y este del Báltico también; todos tuvieron lugar en otoño, al final de la temporada principal de procreación, «cuando las hembras delfines mulares ya no están en celo» y, por lo tanto, los machos pueden volverse agresivos al sentirse frustrados.
El equipo de Stephanie Gross aspera encontrar algún día al delfín sospechoso y observar su manera de comportarse, particularmente con una marsopa común.
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