Lágrimas en nuestro Lago de Maracaibo
Pablo siempre supo que debía hacerse, que debía evitarse y que debía revitalizarce para que nuestro Lago siguiera existiendo como agua viva entre nosotros los Zulianos, y no como una especie de mar muerto, sin futuro y exterminado entre la indiferencia o el mal cuidado.
Si en la fábula de nuestra imaginación pudiéramos describir un sentimiento de ese bello estuario que es nuestro Lago de Maracaibo, hoy en medio de sus suaves olas estaría llorando la pérdida de un gran amigo, de un fraterno cuidador de su vida y cuidado ambiental de su sanidad. Es como si él mismo hubiese venido a buscarlo y llevárselo dentro de la misma fechas que declaramos su día memorativo de recordarnos el cuidarlo.
Pablo Emilio Colmenares hoy nos deja, se lo ha llevado en un rápido silencio entre el viento y las olas qué vinieron a buscarlo.
Hoy más que sentirlo, sus familiares, amigos y sobrinos como yo, lo llora el propio Lago, púes su partida constituye una de las pérdidas más importante de un fraternal cuidador y amante sincero de sus orillas.
Pablo siempre supo que debía hacerse, que debía evitarse y que debía revitalizarce para que nuestro Lago siguiera existiendo como agua viva entre nosotros los Zulianos, y no como una especie de mar muerto, sin futuro y exterminado entre la indiferencia o el mal cuidado.
Colmenares, el ingeniero que se enamoró del Lago de Maracaibo y lo convirtió en su mayor proyecto de vida, fue el primero en alertar lo que se venía con la lemna, logrando demostrarlo con las primeras fotos solicitadas y tramitada por la NASA, la cual recuerdo el efecto que esa información produjo en la convulsionada Venezuela de comienzos del año 2000.
De esta manera se conoció el extraordinario trabajo que venían haciendo nuestro queridísimo Pablo Emilio junto con hombres de una talla inigualable y gigantes de la Asociación Civil para la Conservación de la Cuenca del Lago de Maracaibo (ACLAMA).
Yo, ahora lo despido tan sentida y triste por lo que su ausencia en el mundo ambiental representará, púes su voz clara, firme y perseverante junto con sus queridos e inigualables compañeros de tan importante organización significará en el porvenir científico de sabidos y amantes de verdad de nuestro ambiente, de nuestro lago y sus especies, como el ardor de amor infinito que siempre le demostró a este estado Zulia, aún siendo él oriundo de otras tierras foráneas.
Su corazón lleno de la neblina andina y verdes montañas, fué increíblemente conquistado por el sol ardiente marabino y el oleaje del brillo ipnotizador del Lago, qué le robó desde entonces su corazón y hoy se lo roba nuevamente para llevárselo al fondo de ese estuario qué tanto amó y cuidó. Ahora el Lago viene a llevárselo como un amante que sabe agradecer el buen amor de este increíble hombre que verdaderamente le fue fiel y reservó la promesa de bien cuidarlo.
Amigo Colmenares, hoy te digo adiós, triste desde mi propia orilla y trataré de oír tu voz sabía como susurro infinito de no perder ese amor tan tuyo por nuestro Lago.
Hoy te llora mi corazón lacustre zuliano Pablo Emilio Colmenares.
Iraida Villasmil.
Luis Molero Marquez