José Gregorio Hernández: ¿Quién lo atropelló?
Fernando Bustamante fue acusado, durante años, de un crimen que no cometió y que lo persiguió hasta la muerte: el de atropellar al doctor José Gregorio Hernández.
Quizás por eso este señor encontraba en la prensa un recuerdo constante a un hecho que cambió su vida.
José Emilio Castellanos fue el único que logró entrevistarlo. La conversación duró cinco horas y el reportaje sorprendió a todos los lectores del periódico El Nacional. El fotógrafo fue Juan Quijano. Era 1977. Para ese entonces Bustamante era un señor de 84 años de edad, con lentes de pasta, el rostro arrugado y una prominente calvicie que era acompañada por unos cuantos cabellos a los lados. Castellanos, por su parte, era un joven periodista con una barba negra que se compaginaba con su cabello. Él se encontró, de forma esporádica, con la figura de Bustamante mientras revisaba los expedientes antiguos del Registro Principal de Caracas.
Un día, comenta a la prensa, recibió una llamada de alguien que decía “quisiera que vinieran para que vieran que los alacranes se están comiendo los expedientes”. Él pensó que la imagen de los alacranes era una exageración, una hipérbole rebuscada, pero sintió curiosidad por el deterioro de este lugar.
Al llegar al Registro Principal se dio cuenta que los alacranes no eran parte de una metáfora y que, al contrario, estaban regados por todo el techo del lugar.
Una imagen tenebrosa, dice. Mientras conversaba con los trabajadores del lugar empezó a preguntar sobre expedientes antiguos de grandes personajes venezolanos. Había uno de Simón Bolívar, otro de Juan Vicente Gómez y, por último, revisó uno correspondiente a la muerte de José Gregorio Hernández.
El imaginario social y cultural de Venezuela está marcado por la leyenda del famoso atropellamiento del venerable doctor. Incluso, algunos incautos narran la mala suerte de ser atropellado por el único auto de la ciudad.
Sin saberlo ni pensarlo todos aseguran esa historia, pero Castellanos se encontró en el expediente con una realidad distinta: Bustamante no fue el causante de la muerte de José Gregorio Hernández. En el archivo aparece una carta de José Benigno y César Hernández, hermanos del doctor, donde exponen la inocencia de Bustamante en el caso.
José Emilio Castellanos empezó a preguntar sobre este señor por todos lados. Unos le dijeron que se la pasaba en la plaza la Candelaria, con una pequeña cantimplora repleta de licor, pero era mentira.
Otros le comentaron que era el dueño de Óptica Bustamante, dato que era cierto. Castellanos llamó a la tienda, pero uno de las hijos de Bustamante contestó que su padre no hablaría con ningún periodista.
Antes de que él, con la rabia acumulada, colgara el teléfono, Castellanos le respondió: “yo tengo el expediente donde dice que tu papá no es culpable de la muerte de José Gregorio”.
En ese instante el tono de él cambió y el señor Fernando Bustamante aceptó la entrevista.
Bustamante era amigo cercano de José Gregorio Hernández. Incluso, este último sería el padrino del hijo que esperaba Bustamante para junio de 1919.
El día del fatídico accidente, relata Castellanos en su recuerdo de la entrevista, Bustamante manejaba un Hudson excel supersix, un vehículo de lujo traído por Juan Vicente Gómez para su cúpula ministerial. El auto no era de él, sino del hijo favorito de benemérito, Alí Gómez, pero él lo manejaba por la cercanía que tenía con la familia del gobernante.
Ese día todo parecía normal. En la noche José Gregorio visitaría la casa de los Bustamante para el chequeo de rutina del embarazo. El tranvía de la ciudad pasaba y no se detenía en ninguna parada, solo bajaba un poco la velocidad para que los pasajeros tuvieran la chance de subirse o bajarse. Bustamante puso el vehículo en primera para subir por la parroquia de La Pastora. Iba a 30 kilómetros por hora.
En ese momento José Gregorio trató de agarrarse de un poste cercano, pero se tropezó con los adoquines de la calle y cayó al suelo. Bustamante lo recogió con otros vecinos y lo llevó al Hospital Vargas donde, ese día, estaba Luis Razetti como médico de guardia.
José Gregorio Hernández llegó muerto y su colega, reconocido en la historia civil venezolana, confirmó que la causa era una fractura en la base del cráneo. No fue el encuentro esporádico con Bustamante la razón de la muerte, tampoco el atropellamiento por el único carro de la ciudad como los mitos urbanos relatan, fue, simplemente, el inmanejable destino.
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